domingo, julio 04, 2010


ana perez cañamares, poeta con cicatrices, madrid, españa






















LAS PIEDRAS

Durante las vacaciones
recogemos las piedras
que el mar nos regala.

Son las piedras con las que luego,
en el invierno, reconstruimos
las ruinas de nuestras guerras.

No sólo les pedimos
que resistan.
También que nos recuerden
que el mar existe.



PERDONADME QUE AHORA JUEGUE

Cuando veo fútbol, tenis
carreras de fórmula 1
no olvido que en otras cadenas
siguen los telediarios.
Mientras gritamos gol
otro coche bomba explota
en un mercado; antes
de que acabe el set
habrá diez palestinos menos;
se apaga el semáforo
y una vida más en Guantánamo.

Mis padres llamaban
partes a los telediarios.
Ellos sabían que la guerra
no había terminado:
mientras en el salón la tele
vomitaba metralla,
la radio en la cocina
escupía recuentos de muertos.

Perdonadme que ahora juegue:
el dolor fue una institutriz severa.



ALFABETO DE CICATRICES

Con pulso de artificiero
escojo las palabras.
Manejo con tacto
la nitroglicerina de cada sílaba.

Por culpa de palabras mal usadas
a mi corazón lo cruza
un alfabeto de cicatrices.



DÍA DE LIMPIEZA

De qué sirve que limpie el polvo
de las estanterías.
De qué sirve recoger las pelusas
de los rincones.
Para qué sacudir las sábanas
barrer bajo la cama
pasar la aspiradora.

Hay un polvo que viene de afuera
que la ciudad expulsa con sus toses.
Y hay otro desprendiéndose de mí
que cae como terrones de barro
cada vez que abro el puño
y suelto una certeza.



LA VERDAD DE LA MAGIA

En las manos de quienes me quieren
las opiniones son puñales
que se convierten en flores.
De ellos aprendo la generosa
naturaleza de los magos.

Lo que no acepto son las palabras
de los que sin piedad critican;
bajo sus chisteras se ocultan jueces
que blanden sus martillos y su ceguera.

Cuando maté a Dios perdí todos sus trucos:
con él se fueron la eternidad y el paraíso.
Pero desde entonces no acepto de nadie
omnipotencia ni trono ni dedo acusador.

(Pertenecientes al poemario Alfabeto de cicatrices, Editorial Baile del Sol, 2010)


ORTODONCIA

A través de la alambrada
de mi boca
tus besos tienen el sabor
de la libertad.

Hija, si en algún momento,
mientras estás ocupada en crecer
-dura y lícita tarea-
puedes mirarme a los ojos
hazlo.

No te dejes las preguntas
para cuando sea la misma voz
la que cuestione y la que responda.

Mira que en esta familia
tenemos la dolorosa costumbre
de conocernos mejor de muertos.



GENERACIONES

Antes de morir, mi madre dijo mamá, ven
mientras me miraba sin verme;
yo dije mamá, quédate
abrazando su cuerpo diminuto
envuelto en pañales y olor a talco;
mi hija dijo mamá, no llores
y me acarició la cabeza consolándome.

Cuando mama murió, durante unos segundos
no tuvimos muy claros los lazos que nos unían
no supimos quién se había ido
y quién se había quedado
ni en qué momento de nuestras vidas
estábamos viviendo
o muriendo.



EL CONTRATO

A todo me he entregado
como si fuera a durar.
Con cada persona
cada casa
cada ciudad
firmé un contrato
escrito sobre la piel.

Para decir adiós
he tenido que arrancarme
las cláusulas
a tiras.
Así ha sido
una y otra vez.
Con cada persona
cada casa
cada ciudad.

La letra pequeña
se esconde ya
entre cicatrices.


LA TRINCHERA

Lo malo de la trinchera
no es su húmeda estrechez.
El barro y la sangre abrigan
somos muchos aquí
y las fotos que nos mandaron desde casa
nunca se desgastan.

Siempre hay tiempo para una partida de cartas.
Para el momento íntimo y juguetón
de despiojarnos.
Alguien que baila al ritmo
de los tableteos lejanos
de las ametralladoras
o un buen imitador de generales
que nos hace reír.

Lo malo de la trinchera
es que no sabemos cuando
tendremos que abandonarla.

(Pertenecientes a La alambrada de mi boca, Editorial Baile del Sol, 2007)